9 de agosto de 2010

Ferias y Fiestas 2010

Saludo del Alcalde


Los próximos días  volveremos a vivir  las Fiestas  de agosto;  serán días llenos de momentos y situaciones placenteras y satisfactorias que nos harán olvidar lo  habitual y el quehacer diario,  pues,  precisamente para eso  celebran las fiestas populares, para olvidar lo útil y la tarea cotidiana.

Quiero recordaros algunas notas que por su importancia debemos tener presente para bien de nuestras Fiestas.

Las Fiestas no son cosa de unos cuantos, las Fiestas las hacemos la gente para toda la gente; las Fiestas son participación y no importa a qué nivel. Participar va desde tomar unas cervezas en compañía, saludar a viejos conocidos, subir a esperar el encierro o esperar en la plaza a la Virgen de Caballeros.

Cuanto mayor sea nuestra participación, mejores serán nuestras Fiestas. ¿No es más valioso nuestro encierro a caballo por el hecho de ser vecinos los encerradores? ¿No es más emocionante el acto religioso en la plaza por ser los bailadores y bailadoras del Cordón conocidos y amigos?


Las fiestas, además de interrumpir momentáneamente  obligaciones y rutinas, suponen  la ruptura del tiempo ordinario señalando, por ejemplo, dos épocas de trabajo bien diferenciadas; con ellas  se acaba el verano y se  inicia el tardío;  son  el final de las vacaciones y el inicio del nuevo curso. De modo, que en estos momentos de dificultad deben servirnos también como lanzadera hacia la ilusión y la esperanza.

Este corto tiempo de ruptura que llamamos fiestas se caracteriza por el gusto y el derroche, por la alegría, la espontaneidad y  el exceso.

A este respecto nada me gustaría tanto como que las próximas fiestas  se parecieran a las que anteriormente  tuve el honor de presidir pues todas fueron pródigas en alegría y llenas de contento y respeto. Pensemos en el marco con la plaza ya cerrada. ¿No es admirable signo de madurez que la plaza siga inmaculada después de varios años de haber sido pintada?  ¿No es simple jugueteo, consecuencia del ambiente festivo y desenfadado que impera, el  impedir que la puerta de la plaza se cierre a la primera? ¿No se reduce cada año el exceso de “esparriar” al personal apostado en la embocadura de la plaza?

Si las respuestas a estas preguntas son afirmativas debemos estar contentos, de lo contrario, no estaría mal reflexionar sobre el  grado de transigencia que nos exige la convivencia festiva.

Recibid, todos, estos días de fiesta y, siempre, un saludo de vuestro Alcalde.