1 de agosto de 2010

Estudio histórico clínico de una doble epidemia (II)

Continuamos hoy con el segundo capítulo de este premiado trabajo de nuestro paisano y médico don Dionisio García Alonso.

ESTUDIO HISTÓRICO-CLÍNICO DE LA DOBLE EPIDEMIA DE SARAMPIÓN Y COQUELUCHE OCURRIDA EN VILLAVIEJA (SALAMANCA) EN EL AÑO DE 1895-96 por Don Dionisio García Alonso, Médico-cirujano titular de Villavieja, Socio del Colegio de Médicos de Salamanca, Redactor de La Regeneración Médica, Académico correspondiente de la Real de Medicina y Cirugía de Barcelona.

OBRA LAUREADA CON EL PREMIO CALVO MARTÍN POR LA REAL ACADEMIA  DE MEDICINA DE MADRID Y CON EL  PREMIO SALVÁ POR LA  REAL ACADEMIA DE MEDICINA Y CIRUGÍA DE BARCELONA

PRÓLOGO DEL DR. D. JOSÉ LÓPEZ ALONSO, Catedrático de Clínica médica en la Universidad de Salamanca, Médico del Hospital de la Santísima Trinidad, etc;

SALAMANCA, IMPRENTA DE CALATRAVA, a cargo de L. Rodríguez, 1897


CAPÍTULO SEGUNDO


HIDROGRAFÍA

No he de hablar en este sitio, por ajeno á mi objeto, de nada referente á las aguas del Yeltes, pues que en poco ó nada influyen en las condiciones higiénicas de esta villa por la gran distancia que las separa, por los cerros que se interponen y por su álveo profundo en la parte N. donde aquéllos faltan, pero en la que en cambio abundan las encinas, no utilizándose sus aguas más que para la molienda de cereales y lavado de las ropas en verano; tampoco hablaré de los arroyos, de escaso caudal todos, nacidos en el término, de manantiales más ó menos permanentes y que corren lejos del pueblo, concretándome tan sólo á hacerlo del arroyo de las Tenerías que, por correr por el pueblo mismo, influye mucho en su salubridad, y de las aguas de manantiales que se utilizan para bebida y demás usos domésticos.

El mencionado arroyo debe su formación al agua de cuatro ó cinco manantiales cercanos entre si y distantes del pueblo como de 400 á 500 metros, faldea su lado E., encauzado entre paredes de piedra, divisorias de huertas y prados naturales, separa un poco más abajo el barrio del Mocril, como ya hemos dicho, del resto del pueblo y sigue en la misma forma, encauzado, hasta que, lamiendo los cimientos de la última casa del pueblo, se separa de él siguiendo la dirección de S. á N., que tomó desde su origen.

En todo este trayecto, su cauce es tortuoso y estrecho, y las yedras, plantas acuáticas, zarzas y renuevos de árboles de las fincas colindantes que atraviesan las vetustas paredes, forman á trechos un valladar infranqueable, especie de filtro que en las grandes avenidas detiene ó aprisiona infinidad de materias, sobre todo vegetales, que al quedar en seco en las épocas de calores sufren la natural descomposición, cuyos productos no pueden menos de influir grandemente en la salud general. Agregúese a esto que su caudal de aguas es muy pobre; que apenas llegado Junio, el cauce del arroyo se convierte en pequeños estanques de fondo sucio; que antes de separarse del pueblo, ha recibido en su seno tres cuartas partes al menos de las aguas llovedizas de todo él; que las trece fábricas de curtidos que en esta villa existen, se hallan á sus orillas, empezando la primera en el punto casi de origen del arroyo y siguiendo las demás intercaladas con las casas; que todas ellas vierten sus productos inservibles en el cauce del arroyo y utilizan sus aguas, para el lavado de las pieles, mientras duran; que cuando éstas van escaseando y antes de echar mano de las aguas de los pozos en todas existentes, algunos operarios de las fábricas interceptan el arroyo para detener el agua y servirse de ella, formando entonces el fondo de los charcos un légamo pegajoso de color moreno ó negro, mezcla de los productos vegetales y animales, que traen en suspensión ó disolución las aguas, con las cales, productos tánicos, pelos, etc., procedentes de las fábricas; y con todos estos datos, fácil es deducir que una de las principales causas de insalubridad de esta villa, ha de radicar en las emanaciones ó evaporación del agua del arroyo de las Tenerías.

No he podido, sin embargo, notar predisposición más marcada en los obreros de estas fábricas ó habitantes de las casas más cercanas para contraer enfermedades infecciosas de uno ú otro género que en el resto de los habitantes. Quizá sea efecto del hábito; tal vez, como aquí se piensa, los principios curtientes de las fábricas, sirvan de antídoto á los principios tóxicos contenidos en las aguas [No puedo menos de hacer notar en este sitio, que habiendo, años atrás, caído un niño de dos años, en uno de esos especie de pantanos semilíquidos, y habiendo sufrido un principio de asfixia mixta por sumersión y sofocación, reaccionó prontamente, merced á los medios empleados; pero conservó, acaso por tres meses, después de algunos síntomas de empacho gástrico, una gran demacración con coloración amarillo-obscura de la piel, denunciadora de un trastorno hepático, sobrevenido como resultado del envenenamiento por los principios tóxicos que el análisis, sin duda, encontraría en semejante bazofia.]; pero lo que no cabe dudar es que la vista de esos, aunque pequeños, inmundos lodazales, debe impresionar fuertemente a personas no habituadas á contemplar estas cosas, aquí tan ordinarias.

En cuanto á las aguas usadas para bebida y demás usos domésticos, desde luego puede sentarse la premisa de que son, aunque buenas, escasísimas, sobre todo en verano, cuando más se necesitan. Cinco son los manantiales públicos que, por su mayor proximidad al pueblo ó caudal más abundante, se utilizan para ese uso. Situados uno al N., dos al S. y dos al O., suministran entre todos en invierno y primavera, si no cantidad sobrada, al menos la indispensable para las necesidades del vecindario. Pero cuando las lluvias escasean en la época de verano, su caudal disminuye considerablemente, no alcanzando á suplir esta falta la adición, para el consumo público, de las aguas de una multitud de pozos y fuentes particulares que la generosidad de sus dueños cede gratuitamente al vecindario; viéndose obligados varios vecinos, aquellos que por su posición pueden hacerlo, a hacerse traer el agua, siquiera para bebida, de otros manantiales abundantes y buenos, particulares ó públicos, pero situados á distancias algunos de dos o tres kilómetros.

Como todos estos manantiales son explotados en el punto mismo de su emergencia, no hay tuberías, conducción de aguas,ni, por consiguiente, filtración artificial,que, si innecesaria en invierno, porque la abundancia de las aguas, rebasando los depósitos, da cantidad sobrada para alimentar en cada fuente un lavadero público, sería de todo punto imprescindible en verano, época en que por su escasez y la mala construcción de los depósitos, se impurifican dichas aguas, no sólo con infinidad de substancias flotantes en la atmósfera, sino hasta con seres animales, dotados, por tanto, de vida y movimientos, pertenecientes probablemente á la clase de insectos, orden tisanuros, y de los que á simple vista se descubren algunas temporadas á razón de un centenar próximamente por litro de agua.

La mala construcción de los depósitos, obedece principalmente al defectuoso sistema empleado, que, sin duda, debe ser el primitivo; redúcese á, después de haber encontrado el manantial, abrir un hoyo más ó menos profundo, darle la forma de un cuadrado, revestirle interiormente de piedra de cantería, rellenar sus junturas con cemento de cal y cubrirle luego con la misma piedra hasta la altura de un metro ó metro y medio; pero quedando uno de los lados descubierto, para que por él puedan llenarse las vasijas, que por necesidad tienen que zambullirse en el agua, dejando en ella las impurezas que en su exterior, no siempre muy limpio, contengan, así como las de las manos de las personas que las llenen.

Dedúcese de lo dicho, que las aguas que se hallan en condiciones de servir de bebida al vecindario de este pueblo, son buenas en calidad, pero escasas en cantidad é impuras en cuanto escasas; resultando de aquí, clara y patente,  otra de las principales causas de insalubridad de esta villa, que al igual de la apuntada más arriba con respecto al arroyo, podrían obviarse fácilmente; la una, limpiando el lecho del mismo, quitando y no consintiendo las presas que se oponen á la corriente de  sus aguas, descuajando las orillas de las plantas y raíces que en ellas crecen y obligando á los dueños de los predios colindantes á dejar libre, para cauce del arroyo, todo el terreno que de hecho y de derecho le corresponde; y la otra, llevando á cabo el laudable pensamiento que bulle de largo tiempo en la mente de la mayor parte de los habitantes de esta villa, sobre conducción al centro de la misma ó sus inmediaciones de abundantes aguas potables, cuyos puntos de partida podrían ser algunos de los manantiales hoy utilizados, ó quizá otros que, si más distantes, acaso llenaran mejor el objeto del proyecto y con menores sacrificios pecuniarios; cuya circunstancia y acaso un poco de pasividad en las personas llamadas á dar impulso al pensamiento, han sido la causa de su no realización hasta la fecha. Existen además en el término municipal dos fuentes ó manantiales de los llamados minerales ó minero-medicinales: uno sulfuroso y otro ferruginoso. Emergen ambos en las inmediaciones del río, uno al N. y otro al E.; y por su distancia, fría temperatura y caudal escaso, sobre todo el sulfuroso, apenas se utilizan más que para el riego de hortalizas y, en alguno que otro caso, como bebida.