25 de abril de 2010

El perro de Villavieja y las elecciones de 1910

El hecho de utilizar el artículo determinado indica que nos referimos a un perro concreto. Y así es, en efecto. Pero no es menos cierto también, que nada o casi nada sabemos de él. Ni su nombre, ni su raza, ni siquiera el nombre de su dueño. Solo sabemos que era de Villavieja y que su propietario confiaba más en él que en cualquier otro político de la época. Y tenemos conocimiento de ello porque logró colarse de rondón y aparecer ni más ni menos que en las actas del escrutinio general provincial de las elecciones a diputados celebradas el día 8 de Mayo de 1910. Fueron estas unas elecciones “apasionantes” sobre todo en el distrito electoral de Vitigudino y que dieron mucho que hablar.

Gobernaban entonces en España los liberales bajo la presidencia de José Canalejas, que había relevado en el cargo al también liberal Segismundo Moret, el cual había sucedido a su vez al conservador Antonio Maura que había sido destituido de su cargo tras las represalias tomadas con ocasión de los sucesos de la denominada Semana Trágica de Barcelona (verano de 1909). Los liberales llevaban en el poder, por tanto, poco más de seis meses, cuando convocaron elecciones generales. Se celebraron éstas de acuerdo con la legislación vigente. Podían votar únicamente los varones mayores de 25 años. El voto era obligatorio arriesgándose quien no lo ejerciese a ser sancionado (se le podían aumentar los impuestos entre otras cosas). El sistema de votación era mayoritario simple y a una vuelta. Las provincias o circunscripciones se dividían en distritos. En Salamanca había siete: Béjar, Ciudad Rodrigo, Ledesma, Peñaranda, Salamanca, Sequeros y Vitigudino. En cada distrito se elegía un diputado, como hemos indicado anteriormente, por mayoría simple. Para ser candidato había que cumplir ciertas condiciones que no estaban al alcance de cualquiera ya que entre otras cosas había que ser propuesto por dos diputados o exdiputados o 2 senadores o exsenadores por la misma provincia, tres diputados o exdiputados provinciales o también por la vigésima parte (un 5%) del número total de electores del distrito.

En la elección de 1910 se presentaron por el distrito de Vitigudino, según la proclamación de candidatos efectuada por la Junta Provincial del Censo, cuatro personas: Luis Maldonado, Juan Antonio Cavestany, Luis Carvajal y Melgarejo y Lorenzo Martínez-Fresneda y Jouvé. Los tres primeros eran conservadores, el último liberal. A pesar de presentar tres candidatos, los conservadores tenían la consigna de votar solamente a uno de ellos, Luis Carvajal. Los otros dos, Maldonado y Cavestany, ambos exdiputados por Vitigudino, estaban para ayudarle en su candidatura y también probablemente para evitar la entrada en funcionamiento del famoso artículo 29 ya que parece ser que interesaba que hubiese campaña en el distrito. 

Era el 29 un artículo de la ley electoral de 1907 bastante controvertido e impopular que permitía que si en un distrito se presentaba un solo candidato, éste fuese proclamado diputado sin necesidad de efectuar la votación. Y digo que era impopular sobre todo a nivel de la calle ya que para los candidatos era una bicoca, al evitarse realizar la campaña electoral y los gastos que ésta ocasionaba. La gente sencilla y los pequeños comerciantes estaban netamente en contra del 29. Y es que en aquella época estaba muy de moda la “compra masiva” de votos. El candidato o sus allegados ofrecían cantidades económicas a la gente con la promesa de obtener su voto. Y no solamente dinero. Se invitaba a la gente a comer y a beber. No es extraño, por tanto, que cierto sector del comercio estuviese también en contra del artículo 29. Así, por ejemplo, en Salamanca capital, donde solo se presentaba un candidato liberal, no hubo campaña. Eso no sentó nada bien y se reflejaba en la prensa de la siguiente manera:
Con las maldiciones que en estos días han lanzado sobre el dichoso articulito taberneros, apernadores y electoreros cotizables, habría para matar más gente que el cólera ha hecho perecer desde el principio del mundo. Y la cosa no es para menos. Aguardar unas elecciones como el maná; soñar con las merendolas que en ellas han de devorarse y con los habanos y palmaditas de los candidatos, más suaves que jalea en los días anteriores a su proclamación; haber marcado por suyos, además de esas propinas, unos cuantos duros ganados honradamente hiciendo de ciudadano y ver que ilusiones tantas se desmoronan al empuje del nefasto artículo 29, es para abominar de tal martingala y pedir su desaparición. Sobre todo cuando al lado, como quien dice en Béjar y Vitigudino, el vino corre libre y los duros se ganan con vivas y cánticos, mientras que aquí no se ven dos reales ni con telescopio. La desigualdad es siempre censurable y no hay derecho a que las cosechas se den en unos distritos mientras en otros sólo disfrutan los electores del pedrisco que representa el Estado con sus gabelas y socaliñas. Los candidatos ayer, diputados hoy con equidad y aseo gracias al flamante artículo 29, adoran en éste y pensando en los disgustos, sinsabores y pasta que les hubiera costado el acta, quisieran levantar una estatua al inventor de tan cómodo procedimiento. A mí me parece que elecciones sin votos son un pastel de liebre sin liebre, y que no es buena la ley que ni sirve para mejorar el actual sistema parlamentario, ni aun para distraer al público. (El Adelanto, mayo 1910)

Hay datos publicados en la prensa que nos indican hasta las cantidades pagadas en algunos sitios por la compra de votos. En el distrito de Béjar, donde se presentaban un republicano y un liberal, el semanario “La lucha” de tendencia republicano-socialista nos proporciona una lista de poblaciones de aquel distrito en las que se ha producido tal hecho y las cantidades pagadas por dicha compra. En algunos casos dice que se llegaron a pagar hasta 6,50 pesetas, aunque la cantidad más normal era la de un duro (cinco pesetas). Tampoco podemos darle absoluta credibilidad ya que todas estas denuncias se produjeron tras producirse la derrota de su candidato. La cantidad era bastante respetable para aquella época. Estamos en 1910, y por ejemplo, el precio de una fanega de trigo es de unos 48 reales. Eso significa, por tanto, que con las cinco pesetas el “vendedor del voto” podía adquirir casi media fanega de trigo. Otro dato que nos ilustra suficientemente este hecho es el de los salarios. En aquellos años, un bracero (obrero agrícola) recibía menos de dos pesetas diarias de jornal.

Decíamos que por el distrito de Vitigudino había cuatro candidatos, aunque en la práctica había solamente dos. Los conservadores presentaban a un rutilante personaje natural de Madrid y perteneciente a la alta nobleza, que era también un destacado oficial de Caballería. Se llamaba Luis Carvajal y Melgarejo y era, entre otras cosas, Marqués de Puerto Seguro, Conde de Cabrillas, Duque de Aveyro, etc, etc Era, como decía anteriormente un personaje famoso. Entró en los anales de la historia automovilística de España al comprar en 1899 el primer automóvil Peugeot que hubo en nuestro país: un modelo Phaeton de color verde de 10 caballos de potencia, importado de Francia. Era también, como hemos dicho militar del arma de Caballería y a él se debe la invención de un sable especial que fue adoptado como reglamentario en el ejército español: el sable Puerto Seguro y que según los entendidos era muy bueno en sus prestaciones y características. Las grandes transformaciones que sufrió el arma de Caballería en los años venideros llevaron al sable inventado por el candidato a una función meramente decorativa (recordamos que la última carga de Caballería efectuada en España ocurrió en el transcurso de la batalla del río Alfambra en febrero de 1938 durante la Guerra Civil española). 

El candidato del Gobierno liberal por el distrito de Vitigudino era Lorenzo Martínez-Fresneda Jouvé. Un abogado madrileño, amigo y colaborador de Santiago Alba. Fue, por tanto, un destacado miembro del grupo de liberales que eran conocidos como “albistas”. Tenía ya por aquel entonces intereses industriales que le llevarían años más tarde, a ocupar un puesto de consejero en la Compañía Telefónica Nacional de España. Fue diputado y senador por la provincia de Málaga. En 1935, llegó a ser Consejero del Banco de España en representación de los accionistas privados. Tras el alzamiento del 18 de Julio de 1936 permaneció en su puesto, negándose a aceptar el acuerdo por el que se trasladó el oro del Banco de España a Moscú. Fue perseguido y detenido varias veces, hasta que se refugió en la embajada de Cuba, de donde escapó con un pasaporte falso, pasándose después a la zona nacional. 

Pero volvamos a las elecciones de 1910. El día 1 de mayo, por la mañana, la Junta Electoral Provincial del Censo realizó en Salamanca la proclamación de candidatos. En virtud del artículo 29 fueron declarados diputados, sin necesidad de realizar elección al no tener contrincantes, los señores siguientes: Clemente Velasco y Sánchez Arjona (liberal) por Ciudad Rodrigo, Eustaquio Ávila González (liberal) por Peñaranda de Bracamonte, Isidro Pérez Oliva (liberal) por Salamanca, Eloy Bullón Fernández (conservador) por Sequeros. En los otros tres distritos hay contienda electoral al presentarse más de un candidato. En Béjar luchan Cipriano Rodríguez Arias (liberal) y Luis Casanueva Granados (coalición republicano-socialista). En Ledesma se disputan el acta de diputado José Messía y Gayoso de los Cobos, duque de Tamames, (liberal) e Hipólito Rodríguez Pinilla (republicano). En Vitigudino hay cuatro candidatos oficiales: Luis Maldonado Fernández de Ocampo (conservador), Juan Antonio Cavestany González-Nandin (conservador), Luis Carvajal y Melgarejo (conservador) y Lorenzo Martínez-Fresneda Jouvé (liberal).

En la comarca de Vitigudino la campaña electoral llevaba ya unos días en marcha. Conservadores y liberales visitaban los pueblos, eran recibidos por simpatizantes y adeptos, repartían sus “dádivas”, celebraban banquetes y mítines, …… En este distrito los conservadores volcaron, por decirlo de forma gráfica, toda su artillería. Había oficialmente tres candidatos, aunque en la práctica solamente contaba uno de ellos. La consigna era conseguir el acta de diputado para Luis Carvajal Melgarejo, el Marqués de Puerto Seguro. Y no escatimaron medios para lograrlo. La prensa de entonces también se volcó hacia el marqués. El Adelanto y El Lábaro destacaron enviados especiales que recorrían la comarca con la comitiva electoral del candidato conservador.

Vean, por ejemplo, lo publicado por “El Lábaro” en su edición del 2 de Mayo:

Los pueblos visitados ayer, nos confirmaron las impresiones de los anteriores días. En la Redonda pequeño núcleo de electores adictos, se nos recibió con aclamaciones y vivas, obsequiándonos también con tonadas de la tierra, … De La Redonda salimos para Ahigal y allí se repitieron otra vez la manifestaciones de adhesión, pero éste era uno de los pueblo influidos por las promesas del candidato enemigo y hubo que resolver la eterna cuestión planteada ya en Sobradillo, de la roturación de los valles aspiración contradictoria con los intereses de los labradores y bastante infecunda por cierto en beneficio del obrero del campo…

En otra información del mismo periódico y del mismo día se vuelve a recordar la misma visita, añadiéndole ahora el relato de lo ocurrido en San Felices, Bañobárez y Olmedo:

Continúa el Marqués de Puerto Seguro su ruta electoral de triunfo en triunfo. Hoy visitó los pueblos de Redonda, Ahigal y San Felices. En todos ellos, el entusiasmo ha sido inmenso. Los tres pueblos le han recibido con aclamaciones frenéticas, desbordándose el entusiasmo…. puede decirse que han recibido en masa al Marqués, y le han prodigado las demostraciones de efecto y simpatía. Pero debe señalarse especialmente, lo ocurrido en San Felices, donde el entusiasmo traspasó los límites. Bajo arcos de triunfo fue llevado el Marqués de Puerto Seguro, oyendo constantemente los frenéticos vivas. Los mozos del pueblo demostraron además su entusiasmo, cantando preciosas coplas populares, en las que el ingenio interviene para ensalzar el nombre del Marqués y aludir desdeñosamente al del contrario…. Puerto Seguro habló desde el balcón de una casa… La jornada pues ha sido triunfante, no sólo por esto, sino por la diametralmente opuesta manera que tuvo San Felices de recibir al candidato ministerial. El Sr. Fresneda precedió en la visita a este pueblo al señor marqués de Puerto Seguro No se había hecho ningún preparativo para su recibimiento. Marchó como entró en el pueblo, sin acompañamiento.
….
En Bañobárez nos recibió el pueblo entero; con la banda municipal al frente, veníamos desde San Felices lo menos 60 jinetes, pues al visitar aquel pueblo, se nos unió una numerosa comisión; tenían dispuestos arcos de triunfo y un estandarte con una inscripción, en que se leía: "Viva el Marqués”. La comitiva toda pasó por delante de la casa donde se hospedaban los contrarios, que estaban precisamente allí en aquel momento. No fue intencionado el sarcástico desfile, era aquella calle paso para el Teatro, donde estaba preparada la mesa para el almuerzo. Fueron 92 los comensales….
De Bañobárez seguimos a Olmedo: nuevas aclamaciones y entusiasmo, y en casa del Secretario duces y licores y gratísimas e incondicionales adhesiones …


Lo que publicaba el Adelanto era más o menos del mismo tenor. Este posicionamiento favorable al bando conservador en el distrito de Vitigudino por parte de estos dos diarios propició el que en un acto electoral celebrado en Cerralbo por los liberales, fuesen quemados en la hoguera ejemplares de dichos periódicos.
La radicalización era bastante evidente. La lástima es que solo podemos disponer del punto de vista conservador. La comitiva conservadora siguió recorriendo los pueblos del distrito: Bogajo, Yecla, Fuenteliante, …. y Villavieja. Veamos lo que nos cuenta El Lábaro, acerca de la visita electoral a nuestro pueblo. La comitiva llega a Fuenteliante…:

Allí nos esperaban ya los charros majos de Villavieja, los amigos fervientes de esta madriguera de propietarios salmantinos con sangre de héroes y apasionamientos de pueblo vivo, de pueblo que sabe resistir el empuje del enemigo, antes que dejarse arrastrar por los gritos de cuatro indocumentados movidos por la envidia, y rebeldes de oficio a la voz de la razón, a las advertencias de la experiencia.
Aquí llegamos a las doce, encontrándonos en las afueras del pueblo al vecindario casi completo a pesar del previo bando del Alcalde, que convirtiéndose en intérprete provisional de la ley de asociaciones, había publicado un bando en la mañana, prohibiendo reunirse a más de dos personas durante todo el día 2 de Mayo.
Había estandartes, había flores había improvisadas orquestas esperando nuestra llegada. Estaban allí todos los elementos de fuerza luciendo sus botones de oro, y representando otros el recuerdo de personalidades que no han muerto para nosotros. Estaban las mujeres, estaban los chiquillos, siguiendo a sus amos, a sus amigos, con entusiasmos de convencidos, nadie se acordaba de aquel bando de la mañana, sólo pensaban en aclamar a Puerto Seguro, en vitorear a Maldonado y a Corral y en demostrar a la provincia entera, que aquel foco de rebeldes que fueron los padrinos del alumbramiento del Sr. Fresneda, no significan nada, no tienen fuerza alguna pues relucen demasiado los botones de los charros de Villavieja para que se apague su brillo tan de pronto, sólo por el capricho de unos cuantos desmemoriados que olvidan los favores de sus amos y por la exagerada obcecación de otros, que no acaban de ver claro lo que conviene mejor a sus intereses.
El Marqués dirigió un saludo elocuente desde el balcón de la casa de Corral al pueblo, que le aclamaba, y frenético de entusiasmo aplaudió el vecindario, demostrando a Puerto Seguro dónde está la fuerza de los electores de Villavieja.
Hacinados frente a aquella casa, donde reside el incansable Corral, se encontraba el pueblo; hacia allí solamente dirigen sus miradas, y todo la que fuera desviarlas de aquel centro, sería ir al fracaso, sería ir á la muerte del pueblo de Villavieja.
El almuerzo, servido en casa de Corral, digno también de la tradicional fama de los ricos salmantinos. Todo estuvo en su punto, y con la abundancia de las bodas de Camacho, hasta la servidumbre improvisada para el día, fue objeto de la admiración del Marqués y su séquito; como que figuraba en ella el amigo Ignacio, que de vez en cuando llenó nuestras copas con el chispeante vino, y salpicó de anécdotas saladísimas el desfile del menú.
Y después de almorzar ofreció el pueblo al Marqués un cuadro de costumbres, un baile de rosca, en el que hicieron sus habilidades las mozas, dirigidas por las primas de Corral, que daban realce al cuadro con su presencia. Nada más por hoy, seguimos nuestra visita camino de Villares.

Si nos fijamos bien en el texto, y si leemos un poquito entre líneas nos daremos cuenta que no todo era favorable para el marqués en Villavieja. Hay diversas expresiones en el artículo que indican una fuerte oposición anticonservadora: los gritos de cuatro indocumentados, foco de rebeldes, desmemoriados que olvidan los favores de sus amos, obcecados, … Por lo pronto, el Ayuntamiento era contrario. Así pues, con toda probabilidad liberal. Y además estaban también los de ideas republicanas y socialistas, que no se casaban ni con unos ni con otros, aunque más cercanos lógicamente a liberales que a conservadores. De donde podemos deducir que eso de que “el vecindario casi completo” salió a recibir a la comitiva conservadora no fue ni mucho menos cierto. A tenor de los resultados obtenidos luego, lo podríamos dejar en un 45% o como mucho un 50%. Hay otro punto que quizás merezca la pena destacar. Se nos dice en el texto “aquel foco de rebeldes que fueron los padrinos del alumbramiento del Sr. Fresneda “. ¿Significa eso que Villavieja había sido uno de los impulsores de la candidatura liberal por el distrito de Vitigudino? Eso parece deducirse del relato, aunque no tenemos constancia expresa de ello. 

El desarrollo de la campaña hace vislumbrar a los liberales que tienen perdida la batalla y que el asalto al puesto de diputado que dejaba el conservador Maldonado seguiría en manos conservadoras. Así Martínez Fresneda, un par de días antes de la fecha de los comicios arroja la toalla y anuncia su retirada. No obstante, en algunas localidades se contabilizan algunos votos a su favor. Las elecciones se celebran el día 8 de mayo. Los resultados confirman lo que todos intuían, la victoria del Marqués de Puerto Seguro. En Villavieja obtiene 262 votos. ¿Qué porcentaje representa? No hay datos exactos. Podemos aproximarnos si tenemos en cuenta que el censo de Villavieja en 1910 arrojaba una población de 2.191 personas. Dado que solamente podían votar los varones mayores de 25 años, podemos estimar que el censo electoral debía aproximarse a los 530 ó 550 habitantes. Eso supondría que el marqués obtuvo en Villavieja alrededor de un 48-49% del censo electoral. No se nos dice como votó el resto de electores villaviejenses, ya que dado que el voto era obligatorio es de suponer que la mayor parte del censo ejercitase ese derecho. Y digo que no sabemos cómo votó el resto de villaviejenses, pero no es cierto. Por lo menos tenemos constancia de como votó uno de ellos, aun cuando no sabemos su nombre.

A los cuatro días de realizadas las elecciones, se realizó el escrutinio general provincial en Salamanca. Fue el viernes 12 de Mayo de 1910.

… Terminada la lectura de los pueblos del distrito, se hace el recuento de votos, dando el resultado siguiente: Excelentísimo señor Marqués de Puerto Seguro, 7.694 votos. Señor Martínez Fresneda, 749. El señor Casas declara diputado electo por Vitigudino al marqués de Puerto Seguro. Enhorabuenas de los amigos, sonrisas y expresiones de agradecimiento del marqués y el señor Unamuno (de la Junta), que pide figuren en acta los votos que han tenido otros que no son los candidatos citados. El presidente le dice que así se hará. Figurará, pues, en el acta el perro de Villavieja…

Y aquí es donde nos enteramos que una papeleta aparecida en Villavieja otorgaba el voto a “Mi perro”. Ni que decir tiene que el elector de Villavieja que hizo semejante elección confiaba muchísimo más en su fiel y probablemente inteligente perro que en cualquiera de los candidatos que se presentaban por el distrito de Vitigudino. La lástima es que no haya quedado para la posteridad el nombre de dicho can.