22 de enero de 2014

Hace 100 años....

Tal día como hoy, hace 100 años, el periódico El Adelanto publicaba una crónica enviada por su corresponsal en Villavieja. En ella se trataba el tema del primer herido villaviejense en la guerra de Marruecos en 1913. En el verano de dicho año, meses después del establecimiento del protectorado español de Marruecos, la cosa se complicó en esa zona para las tropas españolas desembocando el asunto en una guerra abierta. En consecuencia se hubo de proceder al envío de más soldados. Y para allá fueron algunos villaviejenses.

 

Los rigores de la estación. La sangre de este pueblo derramada en Africa. Honroso acuerdo del Ayuntamiento.

Son los fríos el tema obligado de cualquier artículo escrito en esta fecha, o será que yo no acierte a escribir de otra cosa, por lo menos mientras no entre en reacción. Empiezo, pues, por ellos para ver si lo consigo, consignando que es este uno de los inviernos más crudos que por aquí se han conocido, y que no obstante, se goza de salud física y, para los campos, según dicen los labradores, no viene la cosa tan mal. Los hielos y nevadas han remediado los desperfectos en ellos originados por las lluvias excesivas de Octubre y Noviembre, y el desaliento que entonces cundía entre estas gentes se ha trasformado en esperanzas. Dios haga que esta se trueque en realidad y que en Agosto próximo sea abundante la cosecha, con la cual nos resarciríamos de las actuales inclemencias atmosféricas.

Ya pagó este pueblo su tributo de sangre en la guerra. El joven José Rodríguez, del último reemplazo, fué destinado hace meses solo, al regimiento del Serrallo, de guarnición en Ceuta, y su familia tuvo cartas de él; pero tardaba en escribir en el mes de Octubre, y por los periódicos que a veces tergiversan apellidos y nombres, se supo que había sido herido. Las inquietudes y zozobras que pasó el pobre padre (madre no tenía ya) para cerciorarse de si era verdad, y de si acaso la desgracia era más grande, no son para descriptas. Escribir a los jefes sin obtener respuesta; dirigirse a otros jóvenes de aquí que servían en otros regimientos o cuerpos; correr todos los pueblos circunvecinos en que sabía o sospechaba que había familias de compañeros de su hijo; escudriñar todos los días las noticias de la guerra en la Prensa; hacerse, leer cuantas cartas venían dirigidas a otros desde Africa; inquirir todo y de todos y nada en concreto saber, hasta que al fin, tras un mes largo de torturas y congojas, una carta del hijo le dijo la verdad. Un balazo en el brazo derecho le había incapacitado para escribir, y esto había sido la causa de la tardanza. Estaba bien cuidado en el hospital de Ceuta y creía curar.

¡Pobre padre! Siquiera se alentó y pudo respirar. El hijo está ya aquí, en convalecencia, curado, sí, de las heridas, pero inútil de miembro. Disparaba, dice, su fusil tendido en la tierra, y una bala le penetró por la cara dorsal de la muñeca en el punto de unión con la mano, recorriendo por dentro el antebrazo en toda su longitud para salir en el brazo ya por cima del codo y perforando el hueso. En el hospital hubieron de practicarle una contra abertura en la parte media del antebrazo para dar salida, sin duda, a pus y sangre que se habrían acumulado en aquel sitio, y el hecho es que a efecto de las tres cicatrices han de quedarle sin remedio dificultados los movimientos del codo y muñeca. No sabe el pobre si le propondrán para alguna pensión, ni tampoco sí le declararán inútil al terminársele la licencia. Pero de todos modos iba a ésto. Por ser el primero del pueblo que derramó su sangre en esta campaña y en beneficio de la Patria, ¿no sería acreedor a que de fondos municipales se le hiciera un donativo con toda solemnidad, y aunque fuera en la escuela, para dar a los niños una lección de patriotismo y se le reservase para cuando quedase libre del servicio una plaza de alguacil, montaraz, guarda de campo, etc.?

E iba a decir que tiene la palabra el Ayuntamiento, cuando inopinadamente, y en este momento, me entero de que hay ya acuerdo tomado en sesión, y por unanimidad, referente a los dos extremos, y que el donativo será de 25 pesetas.

La forma del acto será reunir el viernes próximo en la escuela de adultos a las autoridades todas, a los militares retirados, a los alumnos y al público que quiera, y previa presentación del herido y alocuciones patrióticas de que se han encargado un sacerdote y un capitán de carabineros, hacerle entrega del donativo y de un diploma conmemorativo que se ha prestado a redactar y escribir el cabo de la Guardia civil de este puesto señor G. Casquero. Bien por todos los que han intervenido en esto y bien por el digno Ayuntamiento.—El corresponsal

En próximas entradas hablaremos del desarrollo de dicho acto contado días después por otro periódico salmantino.