1 de febrero de 2013

De pillo a pillo

Traemos hoy a estas páginas una pequeña composición de don Antonio Casero, un poeta y escritor madrileño (1874-1936), autor entre otras cosas de muchos sainetes. Ignoro si tenía alguna relación especial con Salamanca, pero lo cierto es que varios de sus relatos tienen como base tipos de esta Tierra Charra.

La poesía que ponemos a continuación fue publicada en "La Actualidad Española y Americana" el 30 de diciembre de 1906.


SALMANTINAS.
DE PILLO Á PILLO.

—¿Osté ha visto bien la alhaja?
¿Osté ha visto este caballo?
¿Le ha visto osté bien, amigo?

—¡To! ¿Que si li he visto? iClaro!...

—Y ¿qué tal?

— Que el probecete
está güeno pa engórdalo,
pos debes aliméntale
Con aliluyas. ¡Mía c'asco,
chacha; si paece un fosil!

—Sí que lo paece, chacho.

—Pásele osté p'alimentos.

— Anda, y mantenle tú, hermano.

—¿Osté ha visto una fegura
más esberta y de más garbo?

—¡Unda si la he visto!

—¿Onde
la ha visto osté, so cristiano?

—El alguacil de mi pueblo
está mucho más delgao,
y tié de alhaja la mesma
pinta que tú d'Archipámpano.

—¿Y la montura? ¿Osté ha visto
montura de más cintajos?

— Sí que li has puesto unos artes
que no los víde más guapos,
ni por tierra de Sequeros,
ni d'Alba.

—Diga osté, charro,
¿que me da osté por la alhaja?

—Ni un petillo de los malos.

—¿Osté destingue de bestias?

— ¡To, chacha! Dile al gitano
si destingo ú no destingo
d'animales.

—¡To! Pos claro.


— Osté perdone, señora:
p'animales, yo y mi hermano,
que, dende asín de chequitos.
andamos entre er ganao.

— Sí; pero pa cerdos, este
servidor y el secretario;
yo, si tú fueses cochino,
pronto te echaba el mi fallo,
y te acertaba el tu peso
sin marrarme ni en un canto.

— ¿A que no me asierta osté
lo que yo peso?

— Tú, chacho
en bruto, pesas lo menos
sesenta kilos escasos.

—¡Justito!

—A la que te vide,
lo barrunté sin reparos:
tú, en bruto, pesas sesenta.

—Y diga osté, don Gervasio,
der caballejo, ¿e'hacemos?

—Pos chico yo, deséalo
que engorde.

—¿Me quié osté dar
por er sien pesetas?

—¡Vamos,
miá que eres gromista!

—Misté,
er bicho vale, tirao,
tres mil riales; pero, cosas
der mundo: too está mu malo
y no se vende naíta,
y er peñascaró está caro,
y en casa hay seis churumbeles
que tragelan, y, en fin, vamos,
si osté se lleva este bicho,
mañana mesmo ú pasao
manda osté un tilifoniema
disiendo; "Contento jaco;
no hay provinsia Salamanca
mejor animal. Gervasio".

—Me llamo Zoilo.

—Pos Zoilo;
Me da lo mesmo pa er caso.

—Déjame á mí de belenes,
Y si quiés candar el trato,
Te doy veintidós pesetas,
Y al pueblo con él.

— Hermano,
¿Osté sabe lo que ha dicho?

—¡Toma si lo sé; pa chasco!

—¿Veintidós pesetas esto?
Si lo viese un anticuario.
me endiñaba una fortuna
pa en seguía disecalo
y vendelo a cualisquiera
Como si fuese er caballo
der Don Quijote.

—¿Lo vendes
u no lo vendes?

—Despasio:
Si osté tié gusto en llevarse
er bicho, pa rematalo,
y pa que no diga osté
ni pío, saque osté er fajo
de los billetes, y afloje
uno de sincuenta, y largo,
y no diga osté palabra,
u sonsoniche en gitano....
Pero ¿ande va osté, buen hombre?
¡Ascuche osté, señor Braulio!
¡Venga osté acá, don Matías!
¿Por qué sale osté pirando?.....

—Hombre, como tú m'has dicho,
u yo al menos lo he escuchao,
Que no dijera palabra
u sonsoniche en gitano,
pus, velayle, no ho querío
desatender tu mandato.

—¿Osté qué ofrece?

—Yo te ofrezgo
cinco duros, y, arreglaos;
y sí tú me lo das, venga;
y si no, pus ¡de verano!
yo me voy pa la mi casa
a ver a los mis garrapos,
y tú te quedas con esa
bacalá, y a despachalo
bien y pronto.

—Miste, amigo,
me ha sío osté mu simpático,
y, vaya, llévese osté
ahora mesmito er caballo;
pero—¡por su maresíta! —
cuídele osté, don Gervasio,
miste que e como si fuera
de mi familia: ¡arrastrao
me vea, si no me vale
una enfermeá este jaco!
¡Miste cómo estoy sufriendo!
¡Miste cómo estoy llorando!
¡Probesito de mí alma!
¡Cuídele osté, don Gervasio!

—Toma ese billete!

—¡Venga!
Y muchas grasias, hermano,
y Dios le dé á osté salú
pa tenelo muchos años.
¡Adiós, vía de mi vía!
¡Adiós, presiosismo, encanto!
¡Deje osté que le dé un ósculo!.....

—¡Adiós, amigo!

—¡Adiós, charro!
...........................................

—¡Gracias á Dios que endiñé
ese anima, que e más malo
que un hambre; ¡mardito sea!
¡La coba que me ha costao!
¡Valiente perro vendí!

...........................................

—Oye, chacha.

—¿Qué quiés, chacho?
¡Que por fin hemos podio
pasar el billete falso!


ANTONIO CASERO