27 de enero de 2011

Los relojes de Salamanca

Es dificil hoy día encontrar una persona sin reloj. Y es que con la aparición del de pulsera a finales del siglo XIX y la posterior digitalización del mismo en las últimas décadas del siglo XX se dió un avance importante para la popularización de este aparato que nos permite llegar "a tiempo" a nuestro trabajo o a citas y reuniones. En otros tiempos la cosa no era tan sencilla. La mayoría de la gente se guiaba por los relojes públicos o por los toques de campana. Si en una población no había mas que un reloj, esa era la hora oficial y por ella se guiaba todo el mundo. Pero, ¿que ocurría cuando había varios y cada uno andaba por su lado?
Veamos. Salamanca, 1905

Si todo lo que se ha hecho gemir a las prensas a costa de la unificación de relojes
oficiales en Salamanca se coleccionase, había para un tomo de algunas páginas. Bueno, pues apesar de anuncios, reclamos y gacetillas, el reloj de la Catedral está
la friolera de 35 minutos atrasado al de la Plaza; o dicho de otro modo, el de la Plaza está 35 minutos adelantado al de la Catedral. Y el de la Estación en completo desacuerdo con ambos.

Una delicia para el vecino, que sale muy tranquilo de su casa al oir el reloj de la Catedral para tomar el tren, llega a la plaza y aviva el paso al notar la diferencia de hora, y cuando se encuentra en la estación, el tren está cerca de Medina del Campo o de Zamora.

Tres eran tres los relojes
que tiene la capital,
uno adelanta, otro atrasa
y otro se queda en metá.

El Adelanto. Sábado 17 de Junio de 1905

Reloj de la Catedral de Salamanca. Foto: Tamorlan (Wikimedia Commons)

Un año más tarde la cosa seguía igual, a tenor de la carta que se publica en "El Lábaro" el  19 de Septiembre de 1906.

Un ruego

Interpretando los deseos reiterados de muchas personas, llamamos con todo respeto la atención de quien corresponda acerca de lo que sucede con el reloj de la Catedral. Hay ocasiones en que se adelanta o se atrasa de un día para otro cerca de un cuarto de hora.

Esto, como se comprenderá, produce grandes trastornos en la vida social de todos los que nos guiamos por la hora de Salamanca contra cuya desaparición hemos combatido repetidas veces y estamos dispuestos a combatir siempre.

Y pudiendo ser la hora de la Catedral por tradición inveterada y por las ventajosas coadiciones en que está colocado el reloj, la "hora de Salamanca", es lástima que, por deficiencias tan visibles como las que señalamos, se pierda la seguridad de esa hora, por la que se rige tanta gente.
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