19 de octubre de 2010

Aficionados a los toros...

Resulta indudable que en esta comarca la afición a los toros viene de antiguo. Vamos a reproducir en este caso un texto publicado en el semanario mirobrigense "Tierra Charra" el 29 de Febrero de 1928 en la sección "FICHAS MIROBRIGENSES" bajo el título "¿SABE USTED... SI NUESTROS ANTEPASADOS ERAN AFICIONADOS A LOS TOROS? que resulta bastante ilustrativo al respecto. Y lo que es aplicable a Ciudad Rodrigo, aplíquenlo a los pueblos de alrededor, y por tanto a Villavieja que siempre perteneció al alfoz mirobrigense. De hecho, antiguamente en nuestro pueblo cualquier festejo de importancia llevaba su, o sus correspondientes corridas: inauguración del caño y el agua corriente -origen de la vaca de Carranza- inauguración de la luz eléctrica, festejos de quintos, bodas, etc, etc

De casta le viene al galgo el ser rabilargo, y de raza nos viene a nosotros el ser aficionados a los toros.

Esas capeas, pilar indiscutible de la animación y originalidad de nuestros carnavales, tienen una raigambre profundísima.

Nuestros abuelos eran mucho más aficionados que nosotros a la fiesta taurina... y más exagerados también. ¿Quién osaría dedicar en estos tiempos una corrida de toros nada menos que a un príncipe de la Iglesia? Pues en aquellas benditas edades no eran tan escrupulosos. Su Señoría Reverendísima el Cardenal don Francisco Pacheco, el fundador de la Capilla de Cerralbo, fué obsequiado, en cierta ocasión en que vino a esta ciudad, nada menos que con una magnífica corrida. Y lo más curioso del caso -dice un erudito historiador- es que el sabio Cardenal, el sesudo diplomático, el hombre que estuvo a punto de ceñir la Tiara, no solamente aceptó el obsequio, sino que (al fin era mirobrigense) quiso ver la fiests desde los corredores del Consistorio.

Era ran grande la afición a los espectáculos taurinos, que no había fiesta en la ciudad que no se solemnizase con la correspondiente capea. El día de Corpus Christi, por ejemplo, se celebraba con una solemne procesión por la mañana y con una corrida por la tarde.

En aquellos años, segunda mitad del siglo XVI -leemos en las "Notas históricas", de don Mateo H. Vegas- se corrían toros en la Plaza Mayor todos los días de fiesta en el verano y con cualquier motivo en el resto del año.

Durante algún tiempo las Pragmáticas pontificales prohibieron las corridas en plaza cerrada. Pues bien, nuestros abuelos siempre encontraban un recurso para, sin contrariar las exhortaciones de los Papas, no privarse de su diversión favorita. ¿cómo? Construyendo una plaza... y abriendo las puertas mientras se corrían los novillos.

Pero lo más grande es que durante bastante tiempo se celebraron en esta población corridas nocturnas. Se cerraban las puertas de la ciudad y a divertirse tocan. Claro que, ingeniosos y prevenidos, aseguraban la tranquilidad de los vecinos y lidiadores, poniendo a los toros teas encendidas en los cuernos y collares de esquilas.

Como eran tan frecuentes estos espectáculos había una persona, pagada por el Ayuntamiento, para que tuviese a su disposición en todo tiempo reses lidiables. Y es que Ayuntamiento prevenido vale por dos.

Fíjense ustedes. Para solemnizar la inauguración del Hospicio de todos los niños expósitos, se celebraron -si no miente el Misero de la Catedral, cuyas memorias recoge don Jesús Pereira, en sus Ratos de ocio- nada menos que tres corridas.

Citemos también, por ser verdaderamente curiosa, curiosa y trágica, una corrida que tuvo lugar en la Plaza Mayor, en 1823, y que ha servido a Pío Baroja pata hacer una interesante novelita.

En esa corrida, organizada por las tropas del Empecinado -que se hallaba a la sazón en Ciudad Rodrigo- para celebrar el éxito de ciertas requisas militares, encontró la muerte, víctima de las astas de un toro y de las veleidades de una joven y bella paisana nuestra, el Capitán Malasombra, antiguo guerrillero de don Julián.

Como hemos hablado en otra ocasión de la trágica muerte de Malasombra y de los amores de este valeroso soldado con la caprichosa niña mirobrigense Conchita Aguilafuente, por ser nuestro propósito recoger sólo el aspecto histórico de nuestros pintorescos carnavales y por último, como se alarga desmesuradamente esta "Ficha", ponemos punto.
J. S. T.